El masajista no tardó en reconocer aquel lunar bajo la nuca y cuando lo
hizo un escalofrío recorrió su cuerpo. La memoria de un tiempo antiguo,
doloroso y oscuro, un tiempo que durante toda una vida quiso olvidar, lo asaltó
de golpe. Supo en ese momento que la suerte estaba echada y un cansancio
infinito que tal vez fuera resignación, tal vez alivio por haber de afrontar al
fin lo que siempre y tanto temió, fue lo único que sintió. Años eternos de
espanto infantil, chispazos de horror revividos en un instante mientras sus
manos, siempre asépticas y profesionales, luchaban ahora contra aquella pulsión
irrefrenable sobre la piel del mismísimo diablo.
Microrrelato para el concurso "Relatos en
Cadena" del programa la Ventana de la Cadena Ser.
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