Páginas

martes, 10 de diciembre de 2024

Infiltrado

 


¿Sabes? Yo tengo una historia que tú no conoces. Que ni siquiera imaginas porque apenas me ves. Tu ceguera me atraviesa con desprecio y tu indiferencia me convierte en nada: una cifra, un despojo, un ilegal. Alguien sin origen ni identidad. Me culpas por ansiar la vida que tú tienes, por tratar de huir del dolor y la pobreza. Nunca piensas que quizá un mal día podrías estar en mi lugar. He dejado atrás mi tierra, he visto los ojos de la muerte y el daño incalculable que provoca la maldad. He llorado, amado, soñado... Y esos sueños, también el poder de la esperanza, me trajeron hasta aquí.

Llegué de un lugar donde el aire quema y las estrellas brillan como faros en la noche, donde el sol abrasa y la escasez mata el futuro. Crecí imaginando el mundo más allá del océano y el deseo de cruzarlo se hizo tan grande que venció todos mis miedos. Al otro lado de las olas estaba el paraíso y yo quería alcanzarlo. Así comenzó mi ruta. Un camino de pesadilla tan lleno de peligros que el recuerdo mortificará por siempre mis insomnios.

Cuando la miseria es extrema, cuando habitas los confines de la desventura o las balas llaman a tu puerta, la muerte es un riesgo aceptable. Marchas con tu vacío a cuestas, te expones al maltrato, al robo, a las mafias ─traficantes malditas de ilusiones que extorsionan tu ansiedad por abandonar el infierno─, embarcas tu desconsuelo entre cuatro tablas mal cosidas, sabiendo que el mar las vapuleará sin clemencia, y rezas por un milagro: por un giro de la suerte a tu favor que te salve del naufragio, por no sumarte al trágico balance de seres tragados por las aguas. En ningún sitio quedará en tal caso grabado tu nombre, no habrá registro de tu existencia ni noticias que enviar a tus padres. Serás una incógnita, un fantasma, un pensamiento perdido en la noche.

¿Puedes sentir ahora el tamaño de mi desesperación?, ¿intuir lo que impulsa a una persona a adentrarse en esa travesía tan extrema?, ¿la decepción asombrada de haber sobrevivido a lo imposible para encontrar al final del viaje tanto rechazo en esta orilla?, ¿la incertidumbre, la soledad de habitar un lugar con otro idioma y códigos no compartidos donde a nadie importa si vives o mueres, el desamparo inmenso que agujerea mi pecho?

No busco tu compasión ni la piedad fugaz que quizá un instante asome a tu mirada. Solo quiero que rompas tu burbuja y me comprendas. Piensa: ¿qué harías tú si el mundo se hubiera desmoronado sobre ti?, ¿si tu ciudad hubiera sido arrasada por las bombas, si tu aldea fuera pasto de la hambruna, si tus hijos no tuvieran un futuro...?

Nacer a este lado del mundo no fue mérito sino casualidad, tenlo en cuenta. Mi frontera es un estigma tan arbitrario como injusto pero no somos diferentes. También yo tengo una familia a la que amar, amigos con quien compartir risas y quebrantos y un deseo irreprimible de felicidad. Y quisiera contarte tantas cosas... Hablarte de mi vida antes de ahora, de todo aquello que fue quedando atrás, de la nostalgia que sacude mi alma algunas madrugadas. Porque escucha bien: nadie quiere dejarlo todo y salir huyendo. Nadie. Nunca. Son las circunstancias las que empujan.

No soy un enemigo. Tampoco un invasor. No me reduzcas a la medida de un prejuicio. Y, aunque a veces pueda parecerlo, ni siquiera soy una víctima. No. Soy un héroe, aunque tú no lo sepas. Un superviviente que mira hacia el futuro. Un hombre que, a fuerza de reconstruir sus pedazos, se empeña en no sucumbir a la tristeza.

Y en ese empeño, ¡qué ironía!, he disuelto mi pasado entre las sombras. Una noche, un anciano de sonrisa gélida y aire distante cambió mi suerte de forma inopinada. Pero al hacerlo trocó también mi vida en una farsa. Hizo de mí un espía y me enseñó a transitar por la mentira.

Al principio, fueron solo trabajos de poca monta: vigilancia, soplos, transmisión de información..., pero pronto mi habilidad para pasar inadvertido, mi facilidad con los idiomas, el arrojo propio de quien nada tiene que perder, fueron haciéndome ganar méritos e incrementando mi valía. Ascendí en el escalafón con rapidez y me convertí en el activo más exitoso de la agencia. Madrid, Londres, París... Marruecos, Túnez, Estambul... Anónimo, curtido en decenas de misiones entre África y Europa, nadie ha sospechado nunca de mis intenciones.

Y sin embargo...

Tras tanto camino recorrido, sin apenas darme cuenta, he regresado a la casilla de salida. De nuevo soy un invisible. No me pesa. Hay, si lo piensas, algo poético en lo que hago. Crucé continentes por huir de la pobreza y ahora, una vez alcanzado el milagro, vuelvo al origen: al mar y la patera. Desenmascarar la connivencia de gobiernos y fuerzas del orden con el tráfico de personas justifica mi osadía. ¡Si supieras cuánta vileza, cuánta indignidad e hipocresía esconden esas altas esferas!

¿Sabes? Yo tengo una historia que quisiera contarte. No puedo hacerlo. Solo diré que hago lo que debo y estoy donde debo estar.



28 comentarios:

  1. Si el océano hablase, cuántas historias desgarradoras contaría. Pero no es cosa fácil desenmascarar la connivencia de gobiernos y fuerzas del orden con el tráfico de personas, todos callan y todos son permisivos. Muchas suerte Marta, un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí que es difícil, sí, desenmascarar esa situación... Un beso, Nuria. Muchas gracias.

      Eliminar
  2. Un escrito muy bien pensado que gira como gira el destino para infiltrase en cloacas sin que nadie lo sepa. El tema migratorio de fondo es muy sensible y toca el corazón con el sufrimiento de todo aquel que huye buscando una vida mejor y a veces se da de bruces con el mismo infierno.
    Gran relato, Marta.
    Felicidades.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un sufrimiento tremendo hay tras esas situaciones, que juzgamos muy a la ligera, además, y con una superioridad incomprensible. Me alegra muchísimo que te haya gustado el relato, Miguel. Mil gracias.

      Eliminar
  3. Hola Marta, muy buena historia.
    Tantas cosas se ocultan tras las altas esferas, el dinero y el poder, tantos viven ilusionados soñando en cambiar sus vidas al cruzar el mar y resulta que no es así, tanto sucede en el mundo que ignoramos.
    Me gustó mucho tu manera de plantearlo, un abrazo.
    PATRICIA F.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Patricia. Pues me alegra muchísimo que te haya gustado. Un beso y muchas gracias.

      Eliminar
  4. Los hay quienes luchan a muerte contra el enemigo, y los que, en la misma situación, se unen a él para no morir. Solo unos pocos logran su objetivo, sin ser de los unos ni de los otros.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En este caso para desenmascararlo, se infiltra el protagonista.

      Eliminar
  5. Magnífico relato, Marta. Tanto la parte primera donde el inmigrante exige ese trato y esos derechos que merece, como la segunda parte. Cierto que el haber nacido a este lado del mundo no es un mérito del que enorgullecernos, sino algo por lo que dar las gracias a quien sea que lo ha propiciado (la suerte, el azar, la casualidad) y respetar y acoger a quien todos esos factores se le han puesto de espaldas.
    Un beso y suerte en el concurso. Yo ya estoy con la novela para hacer reseña.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Rosa. Sí, le comentaba ahora a Miguel que se tienden a juzgar esas situaciones con una superioridad y una condescendencia que no tienen ningún sentido. Olvidamos a veces las historias personales que hay siempre tras la migración. Un beso y muchísimas gracias. Me alegra un montón que te haya gustado.

      Eliminar
  6. Me ha encantado tu relato Marta! Tan poético en la forma de narrarlo y tan real en el fondo. Verdades que nadie quiere ver porque duelen y nos hacen sentir culpables. Siempre es más fácil culpar de todo a un "enemigo"! Me has dejado con ganas de más! Je, je! Un abrazote y mucha suerte en el concurso!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Ay, Marifelita! ¡Cuánto me alegra lo que dices! Un beso y muchísimas gracias.

      Eliminar
  7. En el segundo viaje ya nada es lo mismo; solo la indiferencia, y esa es su arma.
    Nos llevas de la manida por el camino del emigrante, pero em realidad es el camino del espía. Sunwue eso solo se desvela en el último párrafo, donde vuelve a tomar su verdadera di.ensuon el título, que a estas alturas ya habíamos olvidado.
    Un relato perfectamente acabado, redondo.
    Abrazoo y suerte

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Gabiliante. Muchas gracias. Contentísima porque te haya gustado. Un espía muy particular, ¿verdad?

      Eliminar
  8. ¡Hola Marta! Una primera persona desgarradora que has sabido utilizar muy bien para narrarnos esta historia de migración y espías.
    Las altas esferas están llenas de depravación y esconden muchos secretos que seguramente ni imaginamos. Espero que tu espía logre desvelar algunos de ellos y no salga mal parado en el intento.

    Un saludo y suerte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay, ojalá lo logre, ¿verdad? Muchas gracias, Rocío. Me alegra que te haya gustado.

      Eliminar
  9. Hola, Marta, muchas gracias participar en la edición del concurso con este relato lleno de una fuerza colosal. Me gustan las cosas en primera persona y tu las dominas a la perfección
    Muchas suerte y un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias a ti, Pepe. Un reto muy chulo. Me alegra un montón que te haya gustado el relato.

      Eliminar
  10. Hola, Marta. No son pocas las veces que he dicho algo así como: "Espero que nuestros hijos no tengan que pasar por esto". Los que se juegan la vida de esa forma no son el enemigo. Son las mafias y los gobiernos que hay detrás de esta trata de hombres el verdadero enemigo, pero los intereses de unos y otros hacen ver lo contrario a muchos que no tienen ganas de ver ni de pensar.
    Un trabajo muy bueno. Felicidades.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Bruno. Pues sí, es un tema muy triste que se juzga muy a la ligera y se manipula muchísimo. Ojalá, como dices, nadie tuviera que pasar por eso. Me alegra un montón que te haya gustado el relato. Un beso y muchas gracias.

      Eliminar
  11. A los ciudadanos de a pie no se nos puede pedir más... Las altas esferas, evidentemente son las culpables, tanto de los de un lado como del otro. Hay países que parecen empujar a sus habitantes a que se lancen al mar in importarles si viven o mueren.

    ResponderEliminar
  12. Hola Marta nos narras una situación muy triste la que vive tu protagonista , donde nada es lo que parece y con los emigrantes como es el caso que nos cuentas se abusa hasta límites insospechados.
    Interesante tu relato. Un abrazo
    Puri

    ResponderEliminar
  13. Has descrito una realidad espeluznante a golpe de poesía, Marta. Y eso tiene mucho mérito. Me ha encantado.
    Mucha suerte en el concurso.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Ay, Estrella! Qué bonito lo que dices. Muchísimas gracias.

      Eliminar
  14. Hola, Marta. Magnífico relato lleno de imágenes, poesía, sensaciones y sentimientos.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias, Mirna. Contenta porque te haya gustado.

      Eliminar