Seis cuarenta y cinco de la mañana. Suena el despertador. Amanece y la luz es muy escasa. Jaime se despereza y con un manotazo detiene el estridente sonido del reloj. Se levanta ─ojos soñolientos, pelo enmarañado─ y cruza el pasillo. Entra en el cuarto de baño. Se ducha. Se lava los dientes. Regresa al dormitorio. Hace la cama y se viste con esmero ─traje azul marino, camisa blanca, corbata de rayitas rojas─. Toma las llaves y la cartera y sale de casa. Desayuna como cada día en el bar que hace unos meses abrió justo en su esquina ─zumo de naranja, café con leche y una tostada con mantequilla y mermelada de albaricoque─. Camina despacio hacia el trabajo, le gusta la soledad de las calles a esa hora tan temprana. Cumple con diligencia su jornada laboral ─larga y tediosa como todas─ y regresa, de nuevo a pie, exactamente por la misma ruta aunque ahora las calles parecen otras, más alegres y bulliciosas. Como de costumbre, nadie repara en él. Llega a casa. Prepara una cena ligera que ingiere frente al televisor. Comprueba la hora en su reloj. Nunca se acuesta demasiado tarde. A las seis cuarenta y cinco en punto sonará el despertador.
Hola, Marta, uuffff, demoledor tu relato, las rutinas matan y si, encima, está ahí la soledad de fondo, más todavía... Muy apropiado para el reto.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Mil gracias, Merche. Contentísima porque te haya gustado 🙂
EliminarSon esa clase de personas que están muertas aunque no lo saben. El Sistema acabó con ellas.
ResponderEliminarA veces es difícil romper ciertas dinámicas pero no hay que dejar de intentarlo.
EliminarHola Marta muy buen relato para este reto. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Dakota. Qué bien que te haya gustado.
Eliminar💟
ResponderEliminarGracias,, Mavi.
ResponderEliminarUn relato redondo y circular que define esa cruel o feliz rutina para según que personas je, je. La soledad queda igualmente muy bien reflejada. Besos y feliz septiembre.
ResponderEliminarHola, Miguel. Pues sí, a veces esas rutinas confortan porque son algo a lo que agarrarse pero ayayay este pobre personaje... Un beso y muchísimas gracias. Contenta porque te haya gustado.
EliminarLas odiosas rutinas. Hay personas que se sienten agobiadas por la rutina hasta el punto de vivir amargados, incluso como parece el caso de tu protagonista sentirse completamente sola. Un buen aporte para el VadeReto Marta, un abrazo
ResponderEliminarCómo aplastan a veces, ¿verdad?, esas rutinas. Me alegra que te haya gustado el micro, Nuria. Muchas gracias.
EliminarHola, Marta.
ResponderEliminarLa soledad si no es buscada es sombría, si se le suma a eso la rutina diaria no hace más que menguar el espíritu de uno.
Has transmitido perfectamente ese malestar. Enhorabuena.
Besos.
Un beso, Irene. Muchísimas gracias.
EliminarHola, Marta.
ResponderEliminarHas dado con uno de los puntos claves que tenía en mente al plantear el VadeReto.
En la Soledad no solo influye la compañía, también lo que hacemos. Cuando nuestra vida se vuelve tan rutinaria que la hacemos como un autómata, ¿estamos viviendo o sobreviviendo?
Además, como bien has dejado ver entre líneas, somos meros objetos dentro de la muchedumbre, en la calle, en el trabajo, en el transporte. Hoy en día, con los móviles, ni siquiera nos dirigimos la palabra y somos seres solitarios en una red de desconocidos.
Me encantó tu historia. Enhorabuena.
Muchas gracias por regalarla para el VadeReto.
Abrazo grande.
Muchas gracias a ti, José Antonio. Me alegra un montón que te haya gustado y todo lo que dices sobre el micro. Es cierto que estamos cada vez más metidos dentro de nuestra burbujita y sin darnos cuenta nos aislamos del mundo por completo.
EliminarHola Marta, muy buen relato, dejando ver la soledad en la que se encuentra mucha gente con vidas rutinarias, donde se vive para trabajar y nada más. No necesariamente es malo, si la soledad es buscada es una bendición. No toda la gente necesita estar rodeada de gente. Tu relato invita a la reflexión y a valorar el estilo de vida actual. Te mando abrazos.
ResponderEliminarHola, Ana. Claro, la soledad no tiene porqué ser mala, hay mucho prejuicio en torno a ella. Lo malo son los automatismos en que este personaje se ha quedado enredado y el poco espíritu que tiene, el pobre, jeje. Un beso y muchas gracias.
Eliminar¡Hola Marta! Una historia muy adecuada para el reto de este mes. La rutina a veces nos va matando poquito a poco y no nos damos ni cuenta.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Rocío. Pues sí, hay que tener cuidado y romper de vez en cuando esas rutinas que nos atrapan...
EliminarLa magia que has demostrado, M a r t a, es SIMPLE :¡Algo tan prosaico como los hábitos y gracias a tu carisma, se lee con verdadera apetencia!
ResponderEliminarTe expongo algo que me ha sorprendido también muy gratamente...:
¡La corbata de rayitas rojas y la mermelada de albaricoque!💎😎
¡Ay, Juan! Mil gracias. Qué bonito lo que dices y cuánto me alegra que te haya gustado y te hayas fijado también en esos pequeños detalles que definen al personaje. Generosísimo tu comentario.
EliminarNo soy especialmente enemiga de las rutinas. Creo que pueden servir para organizar una vida, sobre todo si las actividades que las conforman se han elegido, pero tu personaje es deprimente. Su trabajo, nada agradable a lo que parece, ni desagradable, más bien vulgar y aburrido, esa soledad que destila... Terrible. Y un maravilloso relato.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Rosa. Tampoco yo soy enemiga de las rutinas. Aportan cierta serenidad. Pero este pobre personaje está tan atrapado en ellas que parece vivir en una rueda de ratón. Solitario y casi invisible, ¿verdad? Me alegra mucho que te haya gustado el micro. Un beso.
EliminarLa soledad de la rutina, muy bien contada, resulta demoledora, buen relato Marta, un abrazo.
ResponderEliminarPATRICIA F.
Muchas gracias, Patricia. Contentísima porque te haya gustado.
EliminarUn hombre tan rutinario y gris que si desapareciera un día, quizás sólo el del bar de la esquina, se daría cuenta.
ResponderEliminarPobre hombre, ¿verdad? Absolutamente gris, como dices. Gracias, Noelia.
EliminarY así un día y otro, a muchos, nos parece aburrido. Pero a él le gusta su desayuno, caminar por la calle casi vacía. Su trabajo, aunque le parece tedioso, lo cumple. Disfruta del bullicio cuando regresa a su casa, cena y se va a dormir pronto. No me ha parecido triste, es la vida que elige, la que él quiere vivir.
ResponderEliminarClaro, lo que desde fuera puede resultar llamativo a él parece que le gusta. Si la soledad es elegida, se disfruta.
EliminarLa rutina envuelve a los individuos con su abrazo tedioso y repetitivo para, en ocasiones, borrar definitivamente a las personas de la faz de la tierra. Cómo conseguir realizarse como persona si te sometes a esa devastadora repetición de hábitos. Aunque si el aislamiento se antepone a todo lo demás voluntariamente, igual incluso es una forma de ser feliz.
ResponderEliminarExcelente aportación, Marta.
Felicidades.
Mil gracias, Marcos. Muy contenta porque te haya gustado.
EliminarTe invito a pasar por mi blog y comentar lo que desees.
EliminarGracias de antemano.
Hola, Marcos. Ya leí y comenté tu participación en el VadeReto. Volveré a pasar cuando tenga un ratillo.
EliminarQué reales esto de la rutina. Nos vamos hundiendo en ellas sin darnos cuenta y cuando reaccionamos pasó tanto tiempo que no podemos recuperar. Bien contado. Soy Susana de Alas de papel. Te espero por mi blog que estoy estrenando. Besotes.
ResponderEliminarhttps://elisabetsusanadesimonerelatos.blogspot.com
Muchas gracias, Susana. Muy contenta porque te haya gustado.
Eliminarsoledad y rutina son inseparables. mientras se pueda trabajar es llevadera. lo grave es quedar incapacitado para hacerlo
ResponderEliminarNo son necesariamente malas, pero en el caso de este personaje son un pelín extremas ;)
Eliminar¡¡Demoledor!! La vida sobrevivida como un robot, sin cambios, sin interactuar con nadie, dentro de una rutina implacable, repitiendo gestos y segundos en una rueda de cobaya.
ResponderEliminarLa soledad del que la sufre como una pesadilla, que has reflejado de una forma magistral.
Excelente aporte para el VadeReto Marta, un abrazo de
Marlen
Un beso, Marlen. Muchísimas gracias. Contentísima porque te haya gustado.
EliminarLas rutinas tiene su lado bueno y constituyen un referente, pero hay que salpicarlas con un poco de espontaneidad porque si no pesan demasiado y hacen más evidente la soledad. Buen texto Marta. Un abrazo!
ResponderEliminarlady_p
Claro, de vez en cuando hay que romper un poco esas rutinas y abrirse a lo inesperado para no convertirnos en autómatas como este pobre personaje. Me alegra que te ha gustado, Lady P. Muchas gracias.
EliminarHola, Marta.
ResponderEliminarUn rutina sin ningún hueco para tener algo de vida que mueva a tener algo de vida personal y salga de la monotonía. A veces nos podemos llegar a sentir así.
Un fuerte abrazo :-)
Hola, Miguel Ángel. Un poco extrema la situación de este personaje pero, sí, a veces la rutina puede llegar a machacarnos. Muchas gracias.
Eliminar¡Estupendo retrato de un individuo gris! Empieza y acaba en circulo: se levanta, se acuesta, se levanta se acuesta ¿Y en medio qué??.. Así día tras día, como un reloj perfecto pero hueco... hasta que se pare... Tremendo todo lo que sugiere tu micro... ¡Muy bueno! Un abrazo :)
ResponderEliminarUn beso, Maite. Muchísimas gracias. Me alegra un montón que te haya gustado. Pobrecito, ¿verdad?, este personaje.
EliminarHola Marta: lo que más me sorprende de estas situaciones, que has sabido describir muy bien, es que hay muy poca gente que quiera cambiar esa situación e intentar salir de la rueda de de hámster en la que está metida. Imagino que es un ejemplo del "mejor malo conocido que bueno por conocer" y del miedo a que pueda salir mal, pero, si lo que ya está sucediendo es una pesarilla, ¿no estaría bien cambiar aunque fuera un poquito?
ResponderEliminarUn abrazo.
Exactamente, acomodarse a lo conocido por plano que sea para no correr riesgos. Muchas gracias, Mercedes.
Eliminar¡Hola, Marta! Desgraciadamente, así tendemos a vivir. Llenos de rutinas que hacen que los días llenos de color y diversidad se conviertan en días grises y monótonos. Y lo peor es que nos acostumbramos a eso, como si fuera lo más normal del mundo. Por algo dicen que «el ser humano se acostumbra a todo». Hacemos hábitos de cosas que nos perjudican y nos hacen daño y no nos paramos a penar y reflexionar ni luchamos para salir del círculo vicioso que nosotros mismos creamos o que aceptamos mansamente. Me ha encantado tu relato, Marta. Cómo lo has narrado con esas frases cortas y tajantes, que golpean la conciencia y hacen reaccionar. Espero que al protagonista le suceda lo mismo: que reaccione y cambie su forma tan triste y solitaria de vivir. ¡Un fuerte abrazo!
ResponderEliminarHola, Cristina. Sí, pobrecito el protagonista, ¿verdad? Está metido en una rueda de hámster y ni siquiera se da cuenta. Me alegra un montón que te haya gustado el micro. Un beso y muchísimas gracias.
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