Entre el Dniéper y los Urales no se bromea con el amor
Novelista, reportero, traductor... Maurice Dekobra, pseudónimo literario del francés Ernest Maurice Tessier (1885-1973), fue un escritor tremendamente reconocido durante el periodo de entreguerras, un auténtico fenómeno de ventas en torno a quien se organizaron las primeras campañas de promoción editorial y de cuyas nuevas publicaciones se fue haciendo todo un acontecimiento. Amigo de Charles Chaplin, amante de Rita Hayworth, asiduo de safaris y cruceros, su modo de vida representa el arquetipo de los felices años veinte, la despreocupación y ligereza de la llamada edad del jazz.
La
madona de los coches cama, su obra
más exitosa, vendió millones de ejemplares por todo el mundo, fue traducida a
más de veinte idiomas y le dio una enorme popularidad. Catalogada como la
primera novela de espías, es esta una historia muy pegada a la época en que fue
escrita, con una trama argumental repleta de enigmas, lujo, misterio y ese tipo
de mujer fatal que el tiempo convertiría luego en cliché.
Lady Diana Wynhman, aristócrata escocesa,
viuda de un diplomático dedicado al negocio del petróleo, es una dama descarada y desinhibida, protagonista
habitual de habladurías y rumores que a ella misma le divierte provocar.
Acompañada siempre por su leal secretario, el príncipe Seliman, caballero a
quien acoge tras destaparse la relación adúltera que mantenía con su hijastra,
vive despreocupada y feliz hasta el momento en que conoce la precariedad de sus
finanzas. Obsesionada con evitar la quiebra, urde entonces un plan arriesgado y
muy rocambolesco para hacerse con los pozos petrolíferos que su marido tenía en
Ucrania. Ello desencadena una serie de aventuras y situaciones imprevistas que
los lleva a recorrer una Europa plagada de espías, bolcheviques, amantes
ultrajadas... Viajes en el Orient Express, yates de lujo, cárceles soviéticas,
torturas, amores, traiciones, venganzas, con las que el autor arma una historia
trepidante y desenfadada que, a golpe de humor e ironía, se burla de los
totalitarismos y las diferencias de clase a la vez que mantiene el suspense y
la intriga que envuelve la peripecia de sus personajes.
Narración ágil y ligera que captura muy bien la atmósfera de la Europa de entreguerras, entretenida a nivel argumental pero algo ingenua en sus planteamientos, en un discurso que no resiste del todo bien el paso del tiempo.
No conocía de nada la obra ni el autor, pero tal y como lo cuentas, imagino que por los escenarios y por el Orient Express, a pesar del distinto momento en que transcurre, me ha recordado Desde Rusia con amor. Novelas de espías que no han resistido bien el paso del tiempo, pero que en su contexto resultan sumamente atractivas, enganchan y son la muestra de otros tiempos sumamente interesantes. Tomo nota.
ResponderEliminarUn beso.
Eso es. Una muestra de otra época con una ingenuidad en la trama que mueve un poco a la ternura. La ambientación, no obstante, es muy buena y la historia entretenida. Un beso, Rosa y muchas gracias.
EliminarLamento decir que no conocía al autor, pero ahora me animas a conocerlo.
ResponderEliminarUn abrazo, y gracias por compartir
Un beso, Albada. Muchas gracias a ti.
EliminarMe has sorprendido con esta novela y su autor, Marta. No los conocía y me has despertado el interés.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :-)
Me alegro, Miguel Ángel. Es una pequeña rareza.
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