Acodada a la ventana, la mujer entretenía sus horas contemplando a los gorriones. Saltaban por los tejados, cogían briznas con el pico, aleteaban en los cristales... Sus trinos parecían risas, la despertaban al amanecer y acompañaban su rutina. Envidiaba su libertad y ¡cuánto los echaba de menos los días de lluvia! Eran su único vínculo con el mundo y, a veces, imaginaba cómo sería regresar a esa vida de la que hacía tanto había abdicado. Pero al fantasear el más leve contacto humano, su corazón se desbocaba al instante y el pánico paralizaba su cuerpo. Regresaba entonces a la calidez de sus libros, al refugio interior que le habían construido, a su espacio de silencio y soledad.
«¡Qué
sobrevalorada está la compañía!», musitaba luego, tristeza aplacada y ánimo
sereno.
Las noches las dedicaba al trabajo. Se sentaba
frente al ordenador, encendía el reproductor de música y un amago de sonrisa curvaba
sus labios de inmediato. Ante la pantalla, se metamorfoseaba con rapidez en
quien no era y, ajena a la inmensa contradicción que dominaba su vida, lanzaba
a las redes su influjo. Una legión de seguidores aguardaba su mensaje con paciencia y con fervor.
Estoy pensando si hablas de una bloguera o una hacker. :)
ResponderEliminarPues cualquier influencer podría ser, en realidad.
EliminarEsta Rapunzel moderna te ha dado para un cuento en el que se mezcla lo viejo con lo nuevo de una manera muy inteligente. Nos dejas también una reflexión muy interesante sobre cómo puede haber gente que abdique de la vida real para transitar por una vida virtual en incierta y engañosa. Un beso, Marta.
ResponderEliminarNunca se sabe quién está tras una pantalla, si la cara que muestra es la real, los miedos, las tristezas... Un beso, Miguel y muchas gracias. Me encanta esa conexión que has hecho con Rapunzel.
EliminarHola Marta, un relato interesante donde la protagonista vive una paradoja: rehúye el contacto humano de forma física pero lo disfruta/necesita de forma virtual. Una situación que creo viven muchas personas hoy en día, la tecnología y las nuevas formas de comunicarnos lo posibilitan. Podríamos reflexionar que cuando estamos detrás de una pantalla, de alguna forma estamos "protegidos" y es difícil que nos lastimen. Muy bueno Marta, saludos.
ResponderEliminarUna pantalla que nos protege del mundo pero también nos aísla aunque a veces no lo parezca. Me alegra que te haya gustado el cuento, Ana. Muchas gracias.
EliminarHola Marta, qué dualidad de protagonista, ¿no? Por un lado no quiere compañía y, sin embargo, se transformaba al caer la noche y una corte de seguidores la seguían... Curiosa personalidad. Muy bien narrado el micro. Un abrazo. :)
ResponderEliminarAgorafobia en la vida real e influencer en el mundo virtual... Un beso, Merche. Muchas gracias.
EliminarLas narraciones de Marta son siempre de calidad. Es imagen me eriza la piel, por todo lo que conlleva.
ResponderEliminar¿Quién no querría un mundo así,. después que el contacto "humano" causa problemas miles.
Para pensar!
Un abrazo Marta 😊
Un beso, Maty. Muchísimas gracias. Me alegra que te haya gustado el micro.
EliminarCuánto dices en este microrrelato.... Muy bueno!
ResponderEliminarParece la doble vida de alguien recluido por una fobia, quizá una agorafobia o un pánico a las relaciones, que sin embargo lo compensa con una personalidad virtual, falsa. Algo, por otro lado que cada vez va a ser más común.
Me encanta esa identificación con los gorriones, su nexo vital con el mundo.
Precioso, triste y crítico a la vez.
Un abrazo!
Esa es la dualidad, efectivamente. Puede ser tan diferente la vida real de la que mostramos de modo virtual, ¿verdad? Un beso, Maite y muchas gracias. Me alegra un montón que te haya gustado el micro.
EliminarEl mundo virtual nos está superando de tal manera que ya sobrellevamos la soledad no deseada como algo normal. Nos vemos y hablamos por medio de pantallas y teclados. No nos conocemos pero confiamos ciegamente en los que están al otro lado. el contacto humano parece contagiar y hacer daño.
ResponderEliminarNo se yo, pero esta humanidad parece estar perdiendo todo lo que la caracteriza.
Buen relato.
Un abrazo.
Hola, Francisco. Si, este mundo virtual a veces cuánto se aleja del mundo real, ¿verdad? Me alegra que te haya gustado el micro. Muchísimas gracias.
EliminarNo sé si una legión de seguidores compensa una vida tan solitaria. No soy muy amiga de mucha vida social, pero un poquito... Un relato muy adecuado a la vida real.
ResponderEliminarUn beso.
El mundo virtual puede ser muy engañoso y este personaje vive en una dualidad muy particular. Un beso, Rosa y muchas gracias.
EliminarEn los tiempos que corren, con las nuevas tecnologías y estos últimos años de reclutamiento, supongo que mucha gente se habrá volcado a internet, con miedo incluso a relacionarse como antes. De todo un poco es lo ideal... Abrazo grande
ResponderEliminarHay que encontrar el equilibrio, efectivamente. Muchas gracias, Amaia.
EliminarHola, Marta, muy interesante tu micro donde nos muestras las dos caras de una misma persona. Cuánta gente hoy, tras una pantalla, se metamorfosea, como bien dices, en lo que no es, o se atreve a sacar lo peor de sí misma con insultos procaces. Tan solo por hacer daño a otros que ni siquiera conoce personalmente.
ResponderEliminarUn abrazo, Marta.
Dos caras contrapuestas difíciles de conciliar. Un beso, Mª Pilar y muchas gracias.
EliminarEs un hecho que en el mundo occidental hay cada vez mayor soledad. Internet, bien usada, llena ese espacio relacional aunque en este caso, de forma virtual. El problema es cuando se vuelve adictivo o se confunde el nivel de relaciones que en nada pueden suplantar las interpersonales cara a cara. UN abrazo, Marta.
ResponderEliminarClaro, hay que encontrar un equilibrio y sobre todo cierta coherencia entre la vida real y la virtual. Un beso, Myriam y muchas gracias.
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