Alguien
más listo o más valiente dejaría de beber. Tengo un problema con el alcohol, no
lo niego, pero me aterra sufrir. Por eso bebo. Para eludir la desesperación.
El Edelweis' Club es mi refugio. El escondite donde guardo el desconsuelo. Su indolencia canalla, la complicidad sigilosa del barman, ese aire entre lánguido y decadente con que ganó una fama discreta, me abisma poco a poco en el ensueño y me rescata del dolor.
Me
siento siempre en el mismo lugar: al fondo a la izquierda, detrás de la barra.
No hablo, no me muevo, no consulto el móvil. Escucho conversaciones, ahogo en whisky
tu recuerdo, calmo poco a poco los rabiosos puñetazos de mi corazón y bebo.
«¿Por qué soy tan desgraciado?», me pregunto noche
tras noche con autocompasión de
criatura. Soy desgraciado porque soy cobarde y soy cobarde porque soy débil.
Porque fue más fuerte el miedo que el deseo de felicidad y no logro ahora
desandar el camino. ¡Qué tremenda equivocación!
Todo
ha sido en vano. Esta vida nuestra del revés, estos horarios insensatos...
Una historia de lo más banal, lo reconozco.
Vulgar y manida como nunca mereciste. Te enredé a mi existencia con promesas que
no cumplí. Con abrazos robados y un mezquino simulacro de amor, con mentiras e
ilusiones dañadas que tiñeron tu cuerpo de bruma y hollín.
No me
gustan los hombres que hacen desgraciadas a las mujeres. Detesto a la
gente que engaña. Y sin embargo...
Algo
torcido me roe por dentro. Algo que es indecisión, que es fracaso e impostura.
Mil
veces lo intenté y mil veces me detuve. Las palabras huían de mis labios, perpetuaban
con su fuga mi agonía y me enquistaban el secreto. No supe sincerarme.
Su
ingenuidad, su ternura, su calma...
Las
niñas.
Mi
silencio, mi frustración, mi sentimiento de culpa...
Las niñas.
A
ti te condené a la clandestinidad. A ella la obligué a vivir un espejismo.
«Quererte
me envenena», murmuraste en nuestro último encuentro, sin lágrimas ni reproches.
Y esa serenidad mató de un soplo mi esperanza y me enfrentó a la magnitud de la
derrota. Supe entonces que había sido feliz, lo supe en el momento mismo en que
dejé de serlo. Y un enjambre de abejas anidó en mis tripas. Mi universo se
rompía.
A
mi lado tú te ahogabas. Tus días eran una instantánea de momentos robados, una
sucesión de horas perdidas, una guardia constante frente al teléfono esperando
un mensaje, una llamada que te devolviera la vida. Y lo habías intentado,
dijiste, habías intentado conformarte, adaptar tu mundo al pequeño papel que yo
le asigné en el mío. Pero no. No podías. Tú no eras esa mujer pasiva que yo
había inventado, querías aventura, ligereza, poder tomar la iniciativa, escapar
de aquel esquema sórdido tan trillado y tantas veces repetido. Hablaste luego de
falsas alegrías, de falsa intimidad, de decepción, de humillaciones y amarguras
calladas. Y, al entrever aquel castillo de sueños rotos con tus ojos, una losa
de tristeza me desplomó el alma.
Enmudecí.
Nada pude alegar en mi defensa y lo clamoroso del silencio te alejó de mí.
Era
cierto: te reduje al más feo estereotipo, sin saberlo. Transformo en dolor la
belleza. Mi amor es cianuro. Y mata.
Daño
a las personas que quiero. Labro con esmero su infelicidad a golpe de ausencias
y egoísmos. Mi insignificancia las devora y tú vales mucho más que eso. Mis
demonios no te merecían.
Si
fuera más listo o más valiente gritaría tu nombre, correría a buscarte, te
diría que regreso a casa cada noche ebrio de llanto y melancolía, que no
concibo la vida sin ti, que la dulzura de mi esposa (hilo a hilo se descose
nuestro disfraz de estabilidad y sé que tampoco ya ella me mira como antes) me
acuchilla el corazón, que no te supe querer, que las risas de mis hijas apenas logran
camuflar los remordimientos, que te sueño, que te espero, que te anhelo...
Pero
soy idiota y soy cobarde.
Y bebo.
Relato publicado en el nº 14 (mayo 2021) de la
revista "El
Tintero de Oro Magazine" y en la Antología "Anoche soñé que..." de El Tintero de Oro (diciembre 2021).
Tienes la cualidad, Marta, y es una característica de casi todos tus escritos, del abordar y bordar el ritmo y la cadencia. Consigues, con algunas iteraciones, remarcar lo vital: "no hablo, no me muevo, que te sueño, que te… ” y que nos fijemos en esa palabras que dejas sueltas como letreros luminosos: “las niñas”… “Y mata”… “Y bebo”
ResponderEliminarDe esta historia de desamores y engaños, donde se clama por la amada ausente (la mal amada), no solo me ha gustado el fondo (sin falsos moralismos), sino sobre todo, la forma.
Un abrazo, Martita.
¡Ay, Isabel! No sabes cómo me alegra lo que dices porque es cierto que siempre trato de tener en cuenta el ritmo del relato así que muy contenta porque lo hayas notado. Un beso grande y muchísimas gracias.
EliminarGracias, Marta, por participar con este relato en la edición del concurso dedicada a Daphne du Maurier. Un abrazo y suerte!!
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, David. Un reto estupendo.
EliminarHola, Marta! Soy Beri. En este "Autorretrato" el protagonista nos desnuda su alma, entre trago y trago, cavilando desde su solitaria mesa de detrás de la barra. Con esa cadencia yo diría que hipnótica, consigues que este hombre infeliz y devorado por los remordimientos nos vaya confesando sus secretos más íntimos, frase tras frase, fluyendo de una manera muy natural y creible. Muy buen trabajo, te felicito. Un abrazo!
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Beri. Me alegro un montón de que te haya gustado.
Eliminar¡Qué bueno, Marta!
ResponderEliminarLa sombra del personaje escondido se siente presente a lo largo de todo el relato. Y qué buena ambientación. Cuántas historias se esconden detrás de la barra de un bar o trás unas copas de vino utilizadas para olvidar o para no afrontar una realidad como la que muestra el personaje en este magnífico autorretrato. El ritmo mágico con el que impregna el texto es ya marca de la casa.
Felicidades.
Cuántas historias podrían contar esas barras de bar, ¿verdad?. Qué bien que te haya gustado, Miguel. Muchísimas gracias!
EliminarHola Marta,
ResponderEliminarNos conduces hábilmente a la conciencia auto destructiva del protagonista, nos colocas en ese ambiente sórdido de la culpabilidad pero lo haces además con un ritmo, en lo narrativo y en lo semántico, que me ha encantado. Has conseguido que una historia "vulgar" (entiéndase como historias de todos los días) se centre en lo particular, en lo humano de su renuncia y su cobardía. ¡Enhorabuena!
Al fin es el autorretrato de un cobarde, es cierto, con sus excusas y arrepentimientos pero un cobarde. Muchísimas gracias, Matilde. Muy contenta porque te haya gustado.
EliminarHola, Marta:
ResponderEliminarUna historia real contada de forma intimista y donde el buen uso de ciertos recursos poéticos: anáfora, metáfora, comparación... unido a las frases cortas, pausas y otros elementos, le confieren a tu prosa un tono poético muy personal, elegante y dotado de buen ritmo.
Su mensaje nos habla de los sórdidos y contradictorios sentimientos de un triángulo amoroso basado en convencionalismos y mentiras. Huyendo de moralejas y falsa moral, su mensaje es francamente demoledor.
Felicidades y mucha suerte.
Un abrazo.
Generosísimo tu comentario, Estrella. Mil gracias!
EliminarGenial, Marta. Creo, como Isabel, que con ser muy interesante el contenido de tus relatos, lo que me fascina realmente es la forma. están tan bien escritos y con una prosa tan bella que se leen con suma facilidad. Es como dejarse ir por un tobogán, el tobogán de tus palabras. Una vez se empieza, hay que seguir sí o sí. Y mira que es sencilla la historia, pero contada de tal forma que enamora.
ResponderEliminarUn beso y mucha suerte en el concurso.
¡Ay, Rosa! Sin palabras me dejas. Qué bonito lo que dices! Muchísimas gracias!!
EliminarHola Marta ¿Cuán infelices somos, será acaso porque no sabemos cómo afrontar nuestros temores o demonios como les llaman otros? Tú protagonista es un fiel ejemplo de la nostalgia y la desdicha personificada. Hermoso relato reflexivo que invita a reaprender y repensar nuestros estilos de vida.
ResponderEliminarPues me alegro mucho de que te haya gustado, Raquel. Muchísimas gracias.
EliminarHola Marta,
ResponderEliminarMe imagino al personaje al fondo del bar, detrás de la barra. Cada trago es un pulso en ese ritmo de penas, culpas y remordimientos que tan bien señala Tara. ¿Qué hacemos con la conciencia cuando nos falta el coraje de cambiar la conducta? Tu personaje contesta:-Bebo.
Excelente. Un abrazo
Muchísimas gracias, Juana. Muy contenta porque te haya gustado.
EliminarLas confesiones de un arrepentido ebrio. Logras transmitir el fracaso, la añoranza, el vacío, la muerte en vida. Todo ello flotando sobre una narrativa que te atrapa por su cadencia. Casi parece una carta de despedida antes de un triste final. Me ha gustado Marta.
ResponderEliminarSuerte en el Tintero de Oro.
Mil gracias, Carles. Me alegro muchísimo de que te haya gustado.
EliminarEstoy con Isabel, Marta. Creo que en más de una ocasión te dije que me encantaba el "tempo" que imprimes a tus relatos,... envidio esa capacidad que tienes para escribir sentimientos y creo que en este relato has sabido trasladar esa desolación que se siente ante el fracaso.
ResponderEliminarMe ha encantado!
¡Cuánto me alegra, Norte, lo que me dices! ¡Muchísimas gracias!
EliminarAutorretrato, y vaya que sí. El principio es demoledor, introduce la atmósfera que se queda durante todo el relato. Incluso una vez terminado, aún quedan reminiscencias de ese monólogo interno por el aire. Muy conseguido esa culpabilidad asumida y ese malestar propio que se concibe fatal pero inamovible. Cualquiera podría pensar que, en situaciones parejas, hay que levantarse, agarrar la vida por los cuernos, pero hay que sufrir esa depresión para cerciorarse de que no es fácil. No es que alguna vez me haya sentido así, es que tú, Marta, me lo has hecho sentir con este magnífico relato. Me encantó! Mucha suerte y un abrazo
ResponderEliminarPues me alegro mucho de que el relato te haya removido, Pepe. Muchísimas gracias!
EliminarExcelente relato, en donde la ausencia y presencia constante de un amor mal cuidado hace mella en la vida y conciencia del narrador. Vaya que evoca varios recuerdos, El reto quedo plenamente respondido.
ResponderEliminarGracias, Hugo. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarQué gusto leerte, Marta. Me gusta como abordas la historia que nos cuentas, y sobre todo tu forma de transmitir la emoción.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegro mucho, Carmen. Contentísima porque te haya gustado.
EliminarHola, Marta. Un relato lleno de remordimiento y amargura con un estilo brillante, tanto que necesariamente hace compadecerse del narrador independientemente de sus errores y admirar a la ausente. El segundo párrafo me ha parecido para enmarcarlo.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Isan. Generosísimo tu comentario. Mil gracias! Me gusta mucho lo que dices sobre la ausente porque, desde luego, es ella la valiente en esta historia y me alegra mucho que te haya gustado.
EliminarSe me olvidaba reseñar cómo cumple la narraciónla figura del ausente en todo el relato.
ResponderEliminarTú no construyes una historia, tejes fino emociones. Soy un convencido que la forma está por arriba de la historia. Por tanto, valoro mucho tu relato escrito con buen oficio. Las iteraciones, como dice Isabel remarcan lo importante, y también son las justificaciones del protagonista. Me gusta tu forma de narrar.
ResponderEliminarAy, Alfredo! Mil gracias! Yo también le doy mucha importancia a la forma de contar así que me alegra muchísimo tu comentario.
EliminarTus emociones las siento mientras te leo abrazos siempre y feliz diciembre
ResponderEliminarIgualmente. Muchas gracias.
EliminarLo importante, es que he podido sentir lo que el personaje siente. He podido estar sentado en el club, bebiendo, y cada palabra es como si la sintiera de verdad. Me encanta. Te deseo suerte en el concurso.
ResponderEliminarPues me alegra mucho lo que dices. Muchísimas gracias!
EliminarHola, Marta. Tremendo y descarnado el relato que nos ofreces, donde aciertas a reflejar muy bien los estragos del alcohol en el cuerpo y el alma hasta convertir a un ser humano en un monstruo o una piltrafa, atrapado sin poder escapar.
ResponderEliminarMuy bien narrado con una prosa de categoría.
Mucha Suerte en El Tintero. Un abrazo.
Muchas gracias, Paco. Me alegra que te haya gustado.
EliminarHola Marta. No nos traes únicamentes un personaje invisible. Mujer, amante y niñas son el eje sobre el que pivota la vida de nuestro protagonista, ser egoísta y cobarde que se da a la bebida por no afrontar la situación. Al final todos terminan siendo desgraciados, como no puede ser de otra forma.
ResponderEliminarUn abrazo y mucha suerte.
Un pelín cobarde este protagonista, sí... Muchas gracias, Bruno. Me alegra que te haya gustado.
EliminarLa primera frase ya es toda una declaración de intenciones, una de esas frases que te enganchan y te obligan a seguir. Coincido con lo que te han dicho de lo bien llevado que está el ritmo del relato. Me ha gustado mucho también que lo cierres donde lo empezaste ("Pero soy idiota y soy cobarde. Y bebo."), lo redondeas y cierras el círculo amargo en que está encerrado el personaje. Muy bueno. Enhorabuena.
ResponderEliminarMil gracias, Óscar, por tu valoración. Contentísima porque te haya gustado.
EliminarMe encantó el relato, muy interesante y bien estructurado desde el título que anuncia y todas las escenas de la trama.
ResponderEliminarTe felicito, Marta y mucha suerte en el tintero!
Muchas gracias, Yessy. Qué bien que te haya gustado!
EliminarHola, Marta, cómo disfruto leyéndote con ese estilo tan tuyo, esa cadencia en la voz que nos cuenta en primera persona la tragedia de su historia, esa riqueza lingüística. Me ha encantado el recurso de "las niñas" repetido con tanta contundencia, como la pared que le impide ir más allá, para al final, con una melancolía que nos desborda, asistir a la confesión de ese hombre que, precisamente por eso, quieres odiarlo y te da lástima.
ResponderEliminar¡Felicidades, Marta y suerte en el Tintero!
¡Qué bonito lo que dices M.Pilar! Un beso y muchísimas gracias!
EliminarVisualizo al personaje que evoca el amor perdido entre copa y copa. La bebida intenta ahogar las penas, pero las puñeteras saben flotar.
ResponderEliminarTe quedó muy poético el texto, como nos tienes acostumbrados.
Un abrazo.
Es cierto que saben flotar, jajaja. Me ha hecho mucha gracia tu comentario, Francisco y me alegra mucho que el relato te haya gustado, muchas gracias.
EliminarHola, Marta. Coincido en que la forma es deliciosa. Se disfruta, se desliza de una manera placentera. Nos hace tal vez empatizar algo con el personaje. Es todo un logro.
ResponderEliminarAbrazo
Mil gracias, Mirna. Un beso grande. Contentísima porque te haya gustado.
EliminarMuy buena la forma y el fondo de tu relato, trasmites a la perfección esa angustia por hacer las cosas mal ,por no saber querer a quien te quiere y por eso su forma de actuar.
ResponderEliminarMuy bien escrito y con la cadencia justa para leerlo con avidez esperando ese triste final.
Un abrazo Marta y suerte .
Puri
Muchísimas gracias, Puri. Me alegro un montón de que te haya gustado.
EliminarMuy bueno, Marta. Bien logrado el efecto de confusión mental que el mismo protagonista nos pinta. Muy bueno el titmo cadencioso y dolido de tu relato.
ResponderEliminarUn beso, Beba. Muchas gracias!
EliminarMe ha gustado mucho. En verdad podemos sentir la desgracia del personaje. En ningùn momento se vuelve aburrido, al contrario. Nos asomamos cada vez màs intrigados a su mundo de mentiras que se va develando ante nuestros ojos. Y la ùltima revelaciòn es saber con quièn se queda, algo que se intuye pero no acaba de confirmarse hasta el final. Muy bueno.
ResponderEliminarPues me alegra mucho, Ana,que te haya gustado. Mil gracias!
EliminarVaya Marta, tu personaje y el mío tendrían que ir a alcohólicos anónimos, bueno el mío ya no podría. Menuda reflexión nos has planteado, parecía el espejo de una realidad solo a falta de poner el nombre. Esos momentos de lucidez con las primeras copas que al atormentarle le incitan a más.
ResponderEliminarRelato crudo de un perdedor que yo creo usa la bebida como excusa no siendo esta la causa de su situación. Por ello seguro que todavía puede tener alguna esperanza, los perdedores nos conformamos con poco ��
Buen aporte, Saludos y suerte ��
Jeje, sí que podrían ir juntitos, sí... Un perdedor que encubre su cobardía con la bebida pero, efectivamente, siempre hay esperanza. Muchísimas gracias JM. Me alegra un montón que te haya gustado.
EliminarPoco a poco se ha ido desenredando la madeja para dejar ver su interior. Una historia que has ido contando con una enorme sinceridad, dejando que el protagonista narrador vaya destapando la verdad hasta dejar ver la realidad de un triángulo amroso insoportable.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un abrazo y suerte en el Tintero.
Me alegra mucho, Josep, que te haya gustado. Mil gracias!
EliminarMuy introspectivo tu relato MArta, lleno de desamor por uno mismo. Que dificil es de sobrellevar la vida cuando nos supera, y entramos en ese bucle del que es tan dificil salir. A medida que leía me iba consumiendo la angustia, y transmitir esa sensación es mérito del autor. Mucha suerte. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Jorge. Sí que quería transmitir esa sensación de desamparo, de estar perdido y no encontrar salida, así que me alegra mucho lo que dices. Muchísimas gracias!
EliminarUna bella historia de desamor donde la imagen de "la otra" se nos presenta en todo su esplendor. Me fascina el ritmo de tu relato, imagino que el mismo con el que el protagonista bebe, primero lento y después cada vez acelerando más. Mucha suerte, un abrazo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Beatriz. Muy contenta porque te haya gustado.
EliminarHola Marta, esta vez no he contestado a los comentarios al relato de mi blog, así que agradezco el tuyo. Te cuento sobre la historia que nos traes. Sabes que me gustan estos monólogos, y como no, este tuyo. Tu prosa y como vas conformando las emociones en el personaje masculino me ha gustado, y eso frases sueltas que son sentimientos que como flechas lanzas. Gracias amiga. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarMil gracias a ti, Emerencia. Me alegra muchísimo que te haya gustado.
EliminarHola, Marta. En tu relato hay melancolía, autocompasión, pero sobre todo tristeza por aquello que la debilidad y cobardía del protagonista impidieron; está muy bien reflejada su atormentada personalidad, pero también la destinataria de su soliloquio, que fue paciente en extremo hasta que no pudo más.
ResponderEliminarBravo, amiga, te felicito por tan buen texto.
Te deseo mucha suerte en "El Tintero", compañera, y te envío un fuerte abrazo.
Esa destinataria ausente es, al final, el personaje más valiente, creo yo. Muchísimas gracias, Patxi. Me alegro un montón de que te haya gustado.
EliminarHola Marta,
ResponderEliminarEs sorprendente la profundidad que tiene cada párrafo y la agilidad con la que transcurre la narración. Da la sensación de que cada palabra vibra, y creo que eso es impresionante cuando alguien lo consigue. El argumento es demoledor, sobretodo cuando el protagonista menciona lo que haría de no estar condenado por sí mismo a una vida llena de descontrol. ¡Enhorabuena por tan buen trabajo y mucha suerte en el Tintero!
Un saludo.
Mil gracias, Ulises! Generosísimo tu comentario y precioso lo que dices.
EliminarUn relato de dolor, autodestrucción, explorados con minuciosidad de cirujano. A destacar el lenguaje casi poético que utilizas, elaborado, preciso, tiene mucho mérito. Lo intercalas con frases cortas que le dan dinamismo. Muy logrado Marta, buena propuesta.
ResponderEliminarUn abrazo compañera.
Muchísimas gracias, Araceli. Me alegra mucho que te haya gustado. Un beso y feliz Navidad.
EliminarENHORABUENA, Marta, por ese Quinto Puesto. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Paco! Muy contenta.
EliminarDicen que el alcohol abre mente y corazón.
ResponderEliminarSerá por eso que cuando se está ebrio, unos ríen y otros lloran.
Muy buen relato, Marta. Felicidades.
Saludos
Muchas gracias, José Antonio. Me alegra que te haya gustado.
EliminarCreo que a partir de ahora practicaré el consumo responsable. Y mira que nadie había conseguido, siquiera, que me lo planteara.
ResponderEliminarPues me alegra haberlo conseguido 😉
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